Si bien la pobreza por ingresos se redujo como parte de una evolución que se mantiene desde 2000 tras la crisis económica derivada de la debacle financiera, esta aún persiste. El INEC indica que 5,4 % de los ecuatorianos vivían en 2016 con menos de $ 1,90 al día, umbral internacional para considerar a alguien pobre. Este llegó al 11,2 % en las áreas rurales.
Pero el mayor desafío en este grupo de Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) está en reducir el hambre que incluye indicadores como la desnutrición crónica infantil.
Según una publicación de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible, que evaluó a 28 países de América, Ecuador es el tercer país del continente con la mayor tasa de desnutrición crónica infantil (que mide el retardo en talla en niños menores de cinco años), después de Guatemala y Bolivia.
El tercer y cuarto ODS incluye los retos del país en salud y educación. Entre ellos, conseguir que más población tenga un seguro de salud. Según el Sistema de Indicadores Sociales del Ecuador, el 59,4 % de la población no tenía seguro de salud al 2015.
Francisco Andino, coordinador del Foro Permanente de la Salud y exministro de Salud, considera que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 1, 2, 3, 4 y 6 sobre pobreza, desnutrición, salud, educación y acceso a agua y saneamiento pueden agruparse como parte de una agenda que busca mejorar los indicadores sociales.
En ese ámbito hay metas medibles con indicadores que generan retos. En salud, por ejemplo, está la reducción de la incidencia de la tuberculosis, malaria, VIH. “Guayas alberga más del 53 % de los casos de tuberculosis del país con una drogorresistencia del 84 %. Allí están parte de las deudas pendientes, hemos perdido la batalla. Hay que cambiar la estrategia para cumplir esas metas”, indica Andino. Otra muestra es la detección de nuevos casos de VIH, que se incrementó un 50 %, agrega.
Reducir la tasa de mortalidad materna es otro de los retos. “El sistema ha fracasado pese al incremento del presupuesto destinado a salud en los últimos diez años. Hay que cambiar el modelo de gestión y atención… Hay que contratar miles de nutricionistas que deben estar en el nivel básico de atención para enseñar a comer a la gente porque eso reduce la mortalidad materna, la diabetes, la hipertensión arterial”, señala.
El perfil epidemiológico del Ecuador, añade Andino, es de transición: “Nos enfermamos de las enfermedades del tercer mundo como las diarreicas y respiratorias agudas y nos morimos con las enfermedades del desarrollo… Estudios indican que el 41 % de las muertes se pueden prevenir con asistencia sanitaria apropiada (acceso a agua segura) y cambios en los estilos de vida”.
El ingreso laboral promedio de las mujeres es inferior en un 24 % con respecto al de los hombres, según la última estadística de empleo del INEC que corresponde al tercer trimestre de este año.
Los hombres tuvieron un ingreso promedio de $ 396,4 al mes, mientras que las mujeres ganaron $ 301,6. Aquello se evidencia en el número de horas laboradas en la semana. Ellos laboraron en promedio 41 horas. Ellas, 33,2. Es una muestra de la brecha de género que hay en Ecuador.
Este objetivo incluye la medición del tiempo que se destina para el trabajo doméstico y el cuidado no remunerado. Mientras las mujeres mayores de 12 años destinan el 11,4 % de su tiempo para esos quehaceres. Los hombres apenas destinan el 3 %, según la última cifra del INEC de 2012.
El décimo objetivo de desarrollo sostenible determina la reducción de las desigualdades. El último reporte de Pobreza, del Banco Central del Ecuador de junio pasado indica que el 10% de los ecuatorianos vivía en hogares con ingresos de $ 153, mientras que el 10 % con más ingresos residía en uno con ingresos de $ 2.453.
Anunziatta Valdez, del movimiento de mujeres, afirma que todavía se considera que la mujer debe ganar menos o que sus prioridades son el hogar. “Creemos que mientras no se cambie esa visión y se vea al hombre y a la mujer, ambos con oportunidades y responsabilidades iguales, mientras eso no se dé, se seguirá cargando una doble tarea a la mujer, la del hogar y el trabajo fuera. Este cambio requiere políticas desde las aulas donde se fomente una nueva forma de ver a la pareja. La premisa de que el hombre es superior es lo que determina la violencia porque siempre es un resultado de un desajuste de poder”, indica.
La expansión del ingreso per cápita (por persona), que se calcula dividiendo el ingreso total generado por la economía en un año (producto interno bruto, PIB) para la población total de un país, es una de las consignas de este grupo de Objetivos de Desarrollo Sostenible (8, 9 y 16).
Jaime Carrera, director del Observatorio de la Política Fiscal, ve lejano que el PIB crezca un 7 % anual como lo plantea la Agenda 2030 de Naciones Unidas. “Tenemos un punto de partida no adecuado. Este año el PIB per cápita del Ecuador ha retrocedido a niveles del 2013 y 2014… Esto es un retraso frente a países de la región como Colombia y Perú. Tenemos que hacer un esfuerzo mayor para equipararnos”.
Carrera agrega que la economía debe crecer por encima del aumento de la población de manera sostenida durante al menos una década, para incrementar el ingreso per cápita y corresponder a la masa laboral que aumenta cada año con la población que demanda más empleo. “Se necesitan tasas de inversión pública y privada interna y externa de alrededor del 30 % del PIB y en este rato está en alrededor del 20 %… Países como China en las últimos 30 años creció a tasa superior del 10 % anual con una inversión que supera el 35 % o 40% del PIB”, indica.
Para Carrera hay que reinventar el modelo de desarrollo actual si se quiere cumplir con las metas de la Agenda 2030: “Según las proyecciones de crecimiento del país de este Gobierno hasta el 2021, la economía estaría creciendo a una tasa anual del 2%. De mantenerse, el PIB per cápita nacional del 2021 sería similar al del 2014. Hay que ampliar la base exportadora con valor agregado”, asegura.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), sobre todo en la parte ambiental, generan un gran reto para países en vías de desarrollo y Ecuador no es la excepción. Analistas consultados aseguran que la mayoría de información pública para evaluar los indicadores de este grupo no existe o está incompleta.
Para la ambientalista Inés Manzano el acceso a derechos y servicios básicos como el agua ha mejorado en los últimos años en Ecuador, pero la problemática se centra en la calidad. “Un ejemplo de esto es lo que reveló el informe del Banco Mundial del año 2015, antes de otorgarle al Municipio de Guayaquil el préstamo para el sistema de tratamiento de aguas residuales, en el que se indica que solo el 20% del agua residual es tratada (…) la ciudad más grande del país es ineficiente y lo más seguro es que sea una tendencia en todos los cantones del país”, dice.
La especialista también asegura que la sostenibilidad de los programas iniciados por el Gobierno es clave para cumplir estos objetivos: “En el caso del acceso a la electricidad, si bien hemos aumentado la generación de energía limpia el costo de esta no ha bajado (…) Esta debe producirse en varios frentes como la eólica, fotovoltaica, de aprovechamiento de gas metano en vertederos, pero nada de esto se esta desarrollando con incentivos y a la velocidad que se requiere. Además, se necesita la intervención de la empresa privada”.
En cambio, Andrés Merino, investigador y docente de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador en Quito, sostiene que la falta de información sobre ecosistemas terrestres y marinos es grave. “Esto complica la evaluación de los ecosistemas (…) Creo que el rol de la academia es importante, pero el problema radica en que todavía no se tiene listo una evaluación clara y tampoco se han desarrollado de forma clara los indicadores para poderlos medir, ya que las Naciones Unidas todavía acude a la academia para solicitar apoyo”, indica.
Otros de los mayores desafíos para las autoridades ambientales de Ecuador, según Merino, es conocer la riqueza biológica que existe. “Como ejemplo, frecuentemente se publican nuevas especies de anfibios, eso nos da una idea de que todavía estamos en camino de saber qué especies tenemos”, dice.
El catedrático señala que se deben enfrentar estos problemas en conjunto con los sectores productivos . “2030 es una fecha ambiciosa para los ODS y para países como el nuestro más difícil aún. (…) Hay que planificar a largo plazo y conseguir los objetivos así sea en 2050. Muchas veces las metas se ligan a ciclos políticos y se tienden a frenar. (…) Hay que tener empresas que contaminen menos, generar cultura de reciclaje, es una cadena”.
Fuente: El Universo